viernes, 9 de abril de 2010

el balompié de los poetas


Lo primero es lo primero: No me gusta el fútbol. Cuando en mi nueva televisión de pago paso los canales dedicados a este excelso deporte me sonrio ante la frase: canal no contratado.

Yo tuve un novio que me llevo a algunas bahías, aunque nunca me dijo vida mía y sí: que calor! A él le gustaba el fútbol, verlo y jugarlo. Era malo, muy malo, pero se empeñaba en que fuera a verle a los partidos los sábados o los domingos por la mañana. Recuerdo perfectamente el día que marco un gol y me lo dedicó. Yo me sentí tremendamente avergonzada, me parecía la mayor horterada pseudo-romántica que a nadie se le pudiese ocurrir. Después del tanto me señaló cual inquisidor y pude leer en sus labios: para ti! En un segundo engordé de orgullo y me desinflé ante tan enorme ridículo. Lo peor no fué eso, al fin y al cabo en ese momento me sentía muy enamorada, lo peor fueron las miradas y las sonrisitas condescendientes de las demás mujeres de las gradas, como diciendo: Oh nena! Ya eres de las nuestras. Un sudor frío me recorrió la espalda y pasaron años hasta que volví a ir a verle a un partido.

El año pasado Kika me propuso un plan del todo peregrino: acompañarla junto a dos compañeros suyos a ver el partido del Rayo Vayecano contra el Atletic de Bilbao. Íbamos a un bar vasco lleno de chicarrones del norte con cara de pocos amigos, obviamente todos del Atletic. Las únicas féminas en el local y las únicas animadoras del rayo éramos nosotras. Kika se mostró absolutamente discreta pero yo, con esta boca que me pierde, aplaudía las jugadas (aunque no las entendiera), cantaba los goles del equipo madrileño y miraba desafiante y fanfarrona a todos esos que me sacaban tres cabezas. Me gusta el peligro, eso está claro.

En el instituto pasaba más tiempo escayolada que practicando ningún deporte, me rompía sólo con que me miraran. Sobre todo si me miraba la profesora de gimnasia. Esa sí que era peligrosa. El tiempo en que no estaba lisiada hacía pellas. El instituto está frente a un campo de fútbol y, siendo completamente coherente con mi edad, íbamos a ver como salían los jugadores o a ver si podíamos entrar de alguna manera para verlos entrenar. A veces lo conseguíamos. Durante esa época mi interés por el fútbol se resumía en lo guapo o lo simpático que me parecia un jugador u otro, pero pronto me di cuenta de que no eran en absoluto mi "tipo".

En el colegio sí jugué alguna vez. Normalmente me seleccionaban de las últimas en un equipo u otro. Mis compañeritos sabían antes que nadie de mi poco talento y cuando por fin estaba en un equipo siempre me advertian que yo era defensa, que no se me ocurriera tocar la pelota. Yo debía ocuparme de no permitir que tal o cual paladín del balón lo cogiera o consiguiera desmarcarse, y en eso sí que era buena. Era una auténtica mosca cojonera. Este sábado haciendo una excepción iré a un partido de fútbol. Iré porque es un excusa. Me han convocado pidiéndome que vaya en zapatillas, por si acaso. No saben lo que hacen pero yo no prometo nada. Eso sí, estoy dispuesta a pasar ridículo, acercarme con mi habitual inconsciencia al peligro, ser una mosca cojonera e incluso no descartar alguna lesión. De cualquier forma mi intención es ir en calidad de cheerleader, desgañitarme animando o desanimando a quién pueda y disfrutar de uno de mis momentos favoritos: las cañas de después!

Todo sea por la poesía!


Nares Montero

Más información aquí: http://partidosdepoetas.blogspot.com/
Carteles: el primero de Gsus Bonilla y el segudo de Danilac.

5 comentarios:

Adolfo González dijo...

Me ha hecho gracia. Sobre todo, la anécdota del novio que te dedicó el gol, porque tienes gracia natural contándolo, pero, por ser algo cojonero yo también, no puedo evitar decirte que repites dos veces en el mismo párrafo el adverbio "tremendamente": tremendamente avergonzada y tremendamente enamorada. Ya sé que eres tremenda, pero busca otro para uno de ellos, coimes, que te puede quedar de esa manera la crónica de evento jamás mejor contada:)

Nares Montero dijo...

Solucionado Adolfo! gracias!
N

kika... dijo...

qué bueno lo del bar...

je je je

(y lo del partido de poetas)

besos
K

Nares Montero dijo...

Sí, Kikita, para no gustarme el fútbol tengo un montón de anécdotas sobre el tema, jeje!
Lo del bar fue muy grande, como siempre que nos juntamos. ;)

Besazos preciosa!
N

Iñaki Murua dijo...

Bueno, Nares, uno que es seguidor, socio (e incluso representante de aquéllos) del Athletic, no es tan chicarrón, aunque sí del norte, y desde luego, no tiene conciencia de tener cara de pocos amigos, y señalar que, en su diversidad, disfruta también con la música y la poesía.
Saludetes bilbainos.